domingo, 14 de noviembre de 2010

El Dakar por Pérez-Reverte

La aventura es la aventura


Resulta que a los del París-Dakar o como se llame ahora, en Mali o en no sé dónde, unos guerrilleros armados hasta los dientes les choraron el otro día un camión de esos con ruedas grandes y muchas pegatinas de los que hacen el rallye, y a otro coche que no paró le soltaron una sarta de tiros que no lo escabecharon de milagro. Y luego los del turbante se abrieron con el botín, el camión y lo que llevaba dentro, y dejaron a los intrépidos conductores allí, al solanero, con cara de esto no puede haberme ocurrido a mí. Y hasta hoy.


No me digan que no mola. Los Carlos Sainz de turno, que no sé cómo se llamaban ni me importa, allí con el volante y los monos y los cascos y toda la parafernalia de Pijolandia -un año hasta fue Carolina de Mónaco-, tirándose el folio de las dunas y tal, curva a la izquierda, Borja Luis, o Marcel-François, o como carajo te llames, y ahora en quinta por toda la pista hasta el Oasis de Kufra según pasamos el audi a la derecha. Iban así, imagino, muy atentos al cronómetro Breitling y a los ratings y a las prestaciones y al tacómetro, con ese gesto duro y audaz de aventurero de pastel que ponen quienes tienen hasta el pinchazo programado por cuenta de la organización y el GPS. Iban así, decía -y a ver si lo digo de una puta vez-, y en esas va el copiloto y le apunta a su consorte: oye, mira, Jean-Pierre, voilá unos aborígenes que nos saludan al borde de la pista, procura no echarles mucho polvo ni atropellarlos como al negro de hace tres días, que éste es un rallye racialmente correcto, o sea. Y el conductor, que va a lo suyo y lleva un retraso crono de una hora, dieciséis segundos y tres décimas, está a punto de decir anda y que se jodan y meter la directa cuando el copiloto comenta qué curioso, oyes, fíjate en los moros, o los bantúes, o lo que sean ésos, que nos hacen señales de parar, y llevan algo al hombro, como si nos fueran a hacer una foto, o tomarnos un vídeo. Hay que ver qué cariñosos y entrañables son estos negros de color, tan muertos de hambre y escuálidos y aún les queda simpatía para acercarse a saludarnos cuando pasamos a toda hostia, que te dan ganas de parar y regalarles un llavero de nuestro Capulling Racing Team. Y el caso es que eso que llevan al hombro es una cámara de vídeo algo rara, ¿no te parece? Así, tan larga y verde. Y qué tontería, no te lo vas a creer pero yo diría que más que grabarnos con ella, nos apuntan. Hay que ver lo que son los espejismos del desierto, Jean-Pierre. Te vas a reír cuando te lo diga. ¿Pues no parece que nos están apuntando con un bazooka? Je, je. Y el caso es que yo diría que parece... Joder. Para, para, para, para, cojones. Esos hijo putas tienen un bazooka.


Les juro a ustedes que habría pagado por verlo. O por estar allí con mi turbante, mis pies descalzos, mi RPG-7 o mi Kaláshnikov al hombro, y el cuchillo entre los dientes haciéndome relucir la sonrisa. Salam Aleikum, chavales. Jambo. El racing team de los huevos saliendo de la curva, los de color soltándole cebollazos, y Jean-Pierre y su primo jiñándose por la pata abajo mientras los sacan del camión. Hola míster, efendi, bwana, ¿cómo lo llevas? Pongo en tu conocimiento que eres el tercer héroe de la ruta que cae hoy. ¿No querías aventura? Pues aquí tienes aventura gratis, colega. Y fuera de programa, que lleva más morbo. A ver las llaves del 6x6 treinta y seis, y el casco, y la cartera, y el Rolex ese que llevas en la muñeca. Y dad gracias que os dejamos la cantimplora, y también que ya hemos sodomizado hace un rato a un motorista japonés de la Honda y venimos aliviados; que si no, pareja, íbamos a poneros mirando a La Meca para que os fuerais del rallye con un souvenir. O a ver si creéis, tontos del culo, que podéis venir cada año a pasarnos por el morro los camiones, y los coches y las motos y los helicópteros, a marcar tecnología y paquete jugando a Beau Geste con todos los riesgos cubiertos, y radio, y apoyo logístico, y vehículos de súper lujo, y cascos de kevlar presurizado, y monos de goretex sanforizado que valen un huevo de la cara; que con sólo lo que cuesta uno de esos guantes que lleváis para que no os salgan ampollas al cambiar de marchas podría vivir aquí una familia durante año y medio. Y encima, en los finales de etapa, todavía queréis haceros fotos con nosotros para contarle después a la peña lo exótica y lo típica y lo aventurera que es toda esta gilipollez. Así que gracias por el camión y lo demás, so tiñalpas. Esto es solidaridad con el Tercer Mundo, y no lo del 0,7 por ciento. Iros por la sombra, y hasta el año que viene.


1 de febrero de 1998

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