Beatriz Jiménez
y José Carlos Díaz.
Hace unos 25 millones de años, el desierto de Ocucaje era una zona marina tropical de aguas poco profundas en la que habitaban gigantescas ballenas, delfines, focas, cocodrilos, tiburones, perezosos acuáticos y moluscos, entre otras especies del Mioceno.
Sus miles de esqueletos fosilizados, preservados gracias al sílice producto de erupciones volcánicas submarinas, fueron testigos –por segundo año consecutivo– de dos etapas del Rally Dakar 2013 (Pisco-Pisco y Pisco-Nasca).
El recorrido del Dakar fuera de pista es secreto incluso después del paso de los vehículos, según informó el propio Ministerio de Cultura. Sin embargo, La República accedió a los mapas de la ruta por el desierto iqueño, y con la ayuda del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos identificó los yacimientos paleontológicos con mayor concentración de fósiles presentes en las inmediaciones de la ruta.
La etapa 2 del Dakar se adentró en ese antiguo fondo oceánico tras pasar la localidad de Ocucaje. Cientos de vehículos rodearon Cerro La Bruja, donde está una de las mayores concentraciones de fósiles de este desierto, para luego entrar en la pampa de Los Médanos, áreas supuestamente protegidas por la Ley General de Patrimonio Cultural de la Nación (Ley 28296).
Tras dejar atrás Los Médanos, la comitiva del Dakar se encaminó hasta las inmediaciones de Cerro Colorado, donde fue hallado el esqueleto de la bautizada como "Leviatán", una ballena de más de 16 metros de largo que hoy se expone en el Museo de Historia Natural. La etapa culminó en la zona de Pozo Santo, un área del desierto en la que se estableció el campamento.
En la segunda etapa, los cientos de vehículos del Dakar volvieron a repasar este desierto, surcando de nuevo las cercanías de Cerro Colorado y sumando a su ruta otra zona de fósiles conocida como Quebrada Perdida, para después enrumbarse hacia Nasca.
"¿Qué le trae a Ocucaje el bendito Dakar", se pregunta Pablo Albites, alcalde del pequeño y abandonado pueblo de Ocucaje. "Solo basura y daños”.
Mientras universidades extranjeras exponen fósiles saqueados de las arenas de su desierto, Ocucaje lleva años luchando por poder tener un museo paleontológico que atraiga a los turistas. Ahora, a los saqueos se une la preocupación por el paso del Dakar.
"El Dakar nos trata como si nosotros también fuéramos fósiles", reclama.
Tras las pistas
El pasado viernes, La República siguió las huellas del Dakar por el desierto de Ocucaje junto al director de la Asociación Museo Paleontológico Meyer Hönninger, Klaus Hönninger.
En el mes de diciembre, Hönninger denunció junto con Carlos Vildoso, director del Instituto Peruano de Estudios en Paleovertebrados, los daños a fósiles supuestamente provocados por el Dakar 2012.
Poco después, Hönninger se quedó solo en su reclamo ya que el instituto de Vildoso fue contratado a última hora por la empresa que organiza el Dakar, la ASO (Amaury Sport Organization) para apoyar al Ministerio de Cultura en la señalización de los yacimientos paleontológicos cercanos a la ruta del rally. Estas zonas fueron señalizadas con banderas azules.
En nuestra inspección observamos a lo largo de la ruta numerosas banderas, deshilachadas por el fuerte viento del desierto. En las inmediaciones del Cerro La Bruja, las banderas habían sido burladas por huellas de vehículos, supuestamente de espectadores que no respetaron la señalización.
A pocos metros de los restos de ballenas y fócidos (lobos) señalizados por oxidados carteles de la Universidad Alas Peruanas, eran observables las huellas de vehículos en un suelo con una alta densidad de restos de moluscos e incluso dientes de pequeños tiburones.
Consultado al respecto, Carlos Vildoso aseguró que las huellas no pertenecerían al día del Rally, aunque admitió que la noche anterior a la segunda etapa algunos espectadores ingresaron en el desierto, pero que abandonaron el área tras ser advertidos de que se encontraban en una zona paleontológica.
La pista de los vehículos oficiales del Dakar continúa hasta la zona conocida como Los Médanos, señalizada por un muro en medio del desierto que advierte de que se trata de una zona paleontológica intangible. En esta pampa, son visibles incluso cortavientos de la cultura Nasca.
Según Carlos Vildoso, los vehículos del Dakar "pasaron por lo menos a 3 kilómetros de distancia de la zona intangible de Los Médanos". Este amante de la paleontología –pero no paleontólogo– aseguró tajante a La República que "la afectación de yacimientos paleontológicos por el Rally ha sido cero" y narró que 14 personas de su instituto, repartidas en 3 unidades móviles, supervisaron la ruta el pasado 6 de enero.
Ruben García, director de Patrimonio Arqueológico de Ica, admitió que debido a que desconocían la ruta oficial, se vieron obligados a seguir por el desierto a la comitiva de vehículos el día de la carrera para evitar daños.
Según García, se reportaron "dos incidentes menores" que no quiso detallar y que aseguró que estarían relacionados con los espectadores.
Pero más allá de que se pruebe o no la afectación del patrimonio paleontológico del país por esta competición, el debate sobre la conveniencia o no de que el Dakar vuelva a atravesar en sus próximas ediciones el desierto de Ocucaje está muy caliente.
Para Rodolfo Salas, director del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, si hubiera existido un estudio paleontológico mínimo antes de trazar la ruta del Dakar, lo primero que se habría hecho es vedar el cerro La Bruja.
"Si para cualquier proyecto extractivo se exigen estudios medioambientales y arqueológicos, ¿por qué no para el Dakar?", plantea Salas, para después exigir que, en el caso de Ocucaje, sería necesario además un estudio paleontológico.
Cultura no responde
El director de Paleontología del Ministerio de Cultura, Luis Enrique Cáceres Rey, fue el responsable de revisar y modificar las rutas presentadas por la ASO para la realización del Dakar. Para ello, Cáceres dispuso del apoyo del biólogo José Apolín y de Carlos Vildoso, así como de 150 monitores. Ellos, en un trabajo en conjunto con la Policía Nacional, debían impedir el acceso a la zona, trabajo que inexplicablemente iniciaron tan solo dos días antes de la competición.
La República solicitó, sin resultados positivos, un informe sobre el trabajo de prevención efectuado, así como un mapa de las rutas. El Ministerio de Cultura se negó arguyendo que las rutas "son de carácter secreto" por determinación de la ASO (incluso luego de ser recorrida la etapa).
Cáceres reconoció que el trabajo de delimitación es complicado porque cada día se descubren nuevos yacimientos paleontológicos. "Delimitar una zona resultaba imposible", admitió.
Cuando a su dirección se le delegó la revisión de estas zonas, Cáceres asegura que pidió colaboración a las dos instituciones estatales más calificadas para ello: Ingemmet y el Museo de Historia Natural de San Marcos, pero estas no emitieron respuesta. Por ello, defiende, se vio obligado a aceptar el apoyo del Instituto Peruano de Estudios Paleontológicos.
Al ser consultados, tanto el Museo de Historia Natural como el Ingemmet negaron haber recibido algún tipo de solicitud de parte de Cultura.
César Chacaltana, director de geología regional del Ingemmet, consideró "extraño" que su institución no haya sido convocada y pidió una investigación, ya que considera inaceptable que el Ministerio de Cultura sea asesorado por gente "sin raigambre científico".
"Es necesario crear condiciones para que el Dakar se haga como debe ser, respetando el patrimonio paleontológico y convocando a instituciones con la credibilidad científica suficiente para certificar que no habrá daños", finalizó.
Clave
La Ley General del Patrimonio Cultural asigna a los fósiles la categoría de "bienes culturales muebles" que dependen del Ministerio de Cultura. Considerar a la paleontología como un bien cultural es una aberración para la ciencia. Por ello, los científicos piden la aprobación de una Ley General del Patrimonio Paleontológico Nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario