Por Gonzalo Gorostarzu y Elba Stancich*
Por quinta vez en Sudamérica, el Rally Dakar 2013 recorrerá más de 8.000 kilómetros de caminos de Perú, Argentina y Chile, atravesando una gran diversidad de terrenos "donde solo los verdaderos pilotos del desierto se sentirán a sus anchas".
En los últimos días, se dio a conocer de parte de los organizadores del rally, que Rosario es la ciudad candidata a ser la sede de largada de la próxima edición de esta carrera de nivel internacional.
Comentarios como posicionar la ciudad en el "candelero internacional", cálculos estimativos de los ingresos económicos que podría significar, y el entusiasmo que genera ser la sede de un evento de estas características ocultan o minimizan qué tipo de valores se ensalzan con esta competición.
La imagen del todoterreno, vinculada a la aventura y el descubrimiento de la naturaleza, a premiar a quien tiene el valor y el aguante para sortear obstáculos peligrosos, supone la premisa de dominación de la naturaleza. Estos vehículos tienen gran capacidad destructiva, su mayor volumen, peso y potencia, implican mayor consumo de energía y mayores emisiones contaminantes, además de ser peligrosos también para quienes no son sus conductores. Así lo demuestra la historia de esta competencia desde sus comienzos, en 1978, que lleva más de 50 víctimas, entre los que hay 11 niños.
Los desiertos son ecosistemas frágiles, la misma Unesco manifestó su preocupación por el paso del rally por sitios arqueológicos y los impactos que puede provocar. Estos impactos resultan en erosión, pérdida de suelo, daño a costas y márgenes de ríos y compactación del suelo. Respecto de la fauna silvestre y doméstica se registran muertes por atropellos, pérdida de juveniles en zonas de reproducción y anidamiento y efectos indirectos por disturbios al suelo, agua y vegetación. Se ha comprobado que el paso de vehículos acelera el ritmo cardíaco y función metabólica de los animales y aumenta su nivel de stress causando fallas reproductivas o mortalidad, explica Patricia Marconi del Grupo de Conservación de Flamencos Andinos.
Mientras en la ciudad de Rosario se debate un Plan de Movilidad Sostenible, que reconoce la necesidad de un cambio en el modelo de transporte actual hacia otro que signifique menos contaminación y que sea más saludable y beneficioso socialmente, festejar que se la designe como sede del Rally Dakar, es promover exactamente lo contrario a esa concepción.
Las toneladas equivalentes de carbono que el Dakar dice compensar y sus subvenciones sociales no evitan el daño que ocasiona, solo intentan lavar una imagen, en una competencia que mueve mucho dinero, y eso es lo más importante.
El compromiso al cambio urgente y necesario tiene que ser real y sostenido, y la coherencia y el ejemplo los tienen que dar la dirigencia política. Apoyando y celebrando esta competencia peligrosa no están dando el mejor de los ejemplos, ni demuestran compromiso ambiental alguno, más bien lo contrario.
*Los Verdes Santa Fe. www.losverdes.org.ar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario